De:
Pilar Palomero
(2020)
con:
Andrea Fandós y Natalia de Molina.
Porque es una de las películas del año.
Porque es potente, emocionante y fascinante.
Porque su sencillez hace que sea enorme.
Por la sensibilidad con la que está contada.
Por el guión.
Porque se te mete por dentro y no te suelta.
Porque transmite una verdad difícil de explicar.
Porque se nota que está hecha desde el amor.
Por el talento de Pilar Palomero.
Porque es todo un descubrimiento que va a darnos muy buen cine en los próximos años.
Por la mirada de Andrea Fandós (imposible no acordarse de Ana Torrent en El espíritu de la colmena).
Por la naturalidad con la que carga con el peso de la película.
Por una Natalia de Molina mejor que nunca.
Por su contención y todo lo que es capaz de decir con un silencio, una mirada, un pequeño gesto.
Por la unión tan mágica entre madre e hija.
Porque el personaje de Brisa y esa brillante escena con los abuelos.
Por lo bien dirigidas e interpretadas que están todas las niñas.
Por esas grandes dosis de nostalgia.
Porque es un retrato sincero y cuidadísimo de la España de los 90.
Porque muestra una época muy cercana y que sin embargo está a años luz de la actualidad (o tal vez no tanto).
Porque parece que barremos, pero en realidad solo escondemos toda la mierda debajo de la alfombra.
Por los Fruittis, Raffaella, los Polly Pocket, Marcelino pan y vino, grabar casetes y el ‘Póntelo, pónselo’.
Por la banda sonora con hits de Niños del Brasil, Héroes del silencio o Chimo Bayo.
Por esos bailes en la disco light al ritmo del Because the night de Patti Smith.
Por ese desternillan momento de la monja diciendo «sesualidad».
Por crecer.
Por descubrir el mundo y descubrirse a una misma.
Por el despertar.
Por las verdades a medias, los secretos, las mentiras y los silencios que dicen más que mil palabras.
Por las mujeres fuertes.
Por las madres solteras que luchan con uñas y dientes por sus hijas.
Por encontrar nuestra voz.
Por ese plano final brutal y todo lo que significa.
Por todo eso y más.